Abolir las cárceles.
Abolir el sistema penal.
Abolir la familia como único núcleo de cuidado.
Abolir la policía (también la interna).
Abolir el cuerdismo, el capacitismo, el cisexismo.
Abolir el racismo.
Abolir las deudas y la mercantilización de la vida.
Abolir la empresa del yo.
Abolir los fascismos.
Abolir los modos blanquizados de percibirnos.
Abolir las instituciones totales.
¿Cómo reaccionamos ante los conflictos? ¿Cómo logramos transitarlos sin arraigarnos al lenguaje judicial, a sus universalismos y hermetismos, aplicando las mismas recetas para problemas muy diferentes? ¿De qué maneras nos acercamos al daño? ¿De qué modo las comunidades nos implicamos e involucramos en los conflictos? ¿Qué impactos tienen las cárceles en los conflictos personales y sociales? ¿Qué prácticas nos despolicializan?
Los conflictos abarcan espectros que van desde las guerras hasta las relaciones interpersonales, son parte constitutiva de nuestra práctica cotidiana. La idea no es erradicarlos, al contrario, tenemos la necesidad de volver a apropiarnos de ellos para crear otros modos de resolverlos. Todxs somos provocadores de daño y a todxs nos han provocado daños. Por eso la necesidad de convocarnos a imaginar nuevas maneras de vincularnos.
El punitivismo es una manera de vivir, de organizar ideas y de vincularnos. Es un afecto, una forma de composición y de pegoteo de lo social que configura nuestras vincularidades en el cotidiano, provocando desconfianza y marcando a lxs otrxs como una posible amenaza. Es una de las pedagogías favoritos del neoliberalismo para gobernarnos.
Es también un modo de gestión de los conflictos. Es delegar y confiar en el castigo para no tener que enfrentarnos al encuentro con otrxs. Es partir de la certeza de que no podemos convivir en las diferencias, y que hay existencias que suponen un peligro. Es no reconocer en las razones de otrxs la misma relevancia que en las propias.
Las cárceles funcionan como centros de tortura y muerte contemporáneos legalizados. La cultura de la crueldad, de la violación, de los femicidios y travesticidios están ligadas al castigo y a la represión. Son engranajes de la misma maquinaria, de la misma pedagogía, el reverso de la misma violencia, del deseo de control y castigo sobre lxs cuerpos.
Hay muchos tipos de justicias, existen justicias ancestrales, justicias sociales, justicias eróticas, justicias discas, justicias transfromativas, justicias restaurativas, justicias epistémicas, justicias narrativas y muchas más. Preferimos nombrarlas como Alternativas, porque consideramos que cada circunstancia necesita de otro desenlace. Nombrarla de está manera es una decisión política para no volver a caer en la trampa de los etiquetamientos universales. Justicias Alternativas nace por la necesidad de arrebatarle el monopolio de los conflictos al estado nación y a sus distintos brazos ejecutores, para disputar el lenguaje y los modos de convivir.
Justicias Alternativas es la posibilidad de encontrarnos para tramarnos sobre lo que nos preocupa, lo que nos moviliza y lo que nos atrae.
Vamos a encontrarnos durante tres días en un encuentro que se compone de un festival, de laboratorios de prácticas, un conversatorio público y un Parlamento de Ladronxs y Desviadxs.