A lo largo de la historia y a través de procesos de organización, de estrategias y luchas, distintos movimientos sociales lograron abolir la esclavitud, las explotaciones laborales e infantiles y la pena de muerte.
El abolicionismo penal es una corriente de la criminología crítica y también un movimiento social. Algunxs de sus impulsores fueron: Lolita Aniyar de Castro, Luck Hulsman, Nills Christie, Thomas Mathiesen o Herman Bianchi. Desde los activismos se destacan Cristical Resistence, Angela Davis y diferentes corrientes de los feminismos negros.
Las cárceles fueron creadas en Europa como un intento humanista y progresista de “enderezar conductas” o “rehabilitar” personas. Una manera de humanizar el castigo frente a los ajusticiamientos en espacios públicos. De está manera se institucionalizó, se volvió tolerable para los buenos ciudadanos y se aplicó a discreción sobre determinadas poblaciones. Racializadxs, empobrecidxs, locxs, putxs y desviadxs de la norma fueron encerrados como un modo de disciplinamiento social.
Las cárceles no reducen los delitos ni la criminalidad y cada vez más personas son encerradas, lo que supone un gasto desmedido que podría ser reinvertido en mejorar condiciones de vida y en dar oportunidades. El castigo y el poder punitivo no reparan y no previenen los conflictos.
No alcanza con mejorar las condiciones de detención, tampoco celebramos las “cárceles modelo” con universidades incluidas, gimnasios y otras propuestas. Para nosotrxs no existen “buenas cárceles” ni cárceles más humanas.
En Argentina el sistema penal no funciona: más del 45% de las personas privadas de libertad no tienen condena. Están presxs sin haber sido probada la comisión de un delito. Las cárceles están superpobladas y los índices de delito no descienden.
Veamos cómo creció en los últimos veinte años la cantidad de personas privadas de libertad respecto de la población total:
Año 2000: 37.885 personas privadas de libertad de una población total de 36.784.000
Año 2022: 129.885personas privadas de libertad de una población total de 46.044.703
Las cárceles funcionan como centros de tortura y muerte contemporáneos legalizados. La cultura de la crueldad, de la violación, de los femicidios y travesticidios están ligadas al castigo y a la represión. Son engranajes de la misma maquinaria, el reverso de la misma violencia, del deseo de control y castigo sobre lxs cuerpos. Entendemos, como transfeministas, que la abolición de la pena, es la base sobre la cual imaginar nuevos modos de vincularnos.
El abolicionismo penal es un proceso histórico a largo plazo y por eso nos convocamos a discutirlo y expandirlo.
Abolir la cultura del castigo, abolir la policialización de nuestras vidas, abolir las crueldades. Abolir para construir una nueva sociedad. Hoy el abolicionismo será penal o no será.